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Mateo 19:1-12 y el divorcio. Ensayo de hermenéutica contextual

Juan José Barreda Toscano

«…remontar el barrilete* en esta tempestad
solo hará entender que ayer no es hoy,
que hoy es hoy,
y que no soy actor de lo que fui»
(«Spaguetti del Rock», Divididos)


III. SINTESIS FINALES

10. Mateo 19:1-12 no es un texto que represente una escena de enseñanza sobre el divorcio, sino la narración de una escena de disputa pública sobre el repudio. Jesús responde a una pregunta puntual.
 
9. Es un gran error tratar el tema del repudio fuera el contexto matrimonial de la época.
 
8. La concepción de familia en el siglo I es muy diferente a la de hoy en las culturas occidentalizadas. Muchas de las prácticas saludables que hoy se aconsejan para el noviazgo o el matrimonio serían consideradas prácticas inmorales en el siglo I d.C.
 
7. Toda interpretación bíblica es contextual. Es imposible cumplir literalmente con las miradas sobre el matrimonio y el repudio del siglo I debido a los cambios sociales, económicos, culturales y religiosos. Decir que ser «bíblico» es practicar al pie de la letra las costumbres en tiempos bíblicos sobre la familia es una falacia.
 
6. En la discusión pública, Jesús se vio influido por la presencia activa y dinámica de las mujeres. Una interpretación saludable del texto no debe excluir este hecho.
 
5. Jesús apeló a los textos fundantes de Génesis 1 y 2 para señalar las bases teológicas de igualdad y cuidado mutuo en el matrimonio, no para instaurar una institución indisoluble.
 
4. En Mateo 19:1-12 se habla de «repudio», una concepción de ruptura de matrimonio que solo el hombre podía ejercer, la mujer no tenía derecho a ello.
 
3. Jesús rechazó el repudio «por cualquier causa», pero no por ciertas causas y situaciones contextuales.
 
2. La «cláusula de excepción» del versículo 9 señala con su sola existencia que Jesús no pensó que el matrimonio fuese indisoluble.
 
1. Las hermenéuticas contextuales nos permiten ser más justos con relación a las vivencias reales en el matrimonio. Los métodos literalistas, y aún más cuando siguen perspectivas legalistas, presentan a un «Jesús» ajeno al que los Evangelios nos presentan.
 

II. ANALIZANDO CONTEXTUALMENTE MATEO Mateo 19:1-12

El análisis contextual de Mateo 19:1-12 no ha sido muy desarrollado en los estudios bíblicos latinoamericanos.[1] Con todo, en los escritos sobre psicología pastoral en América Latina se ignora casi por completo el tema del divorcio, salvo una que otra excepción. La situación de divorcio es un asunto sensible que nos moviliza en muchos niveles. La tendencia de la iglesia evangélica ha sido negar su realidad, o bien, presentarla como un atentado contra la institución familiar. Recientemente en el movimiento Coalición por el Evangelio, por ejemplo, se difunde una concepción de la familia, y con ello del divorcio, basado en un método de interpretación bíblica «literalista» y de corte legalista.[2] Esta mirada no hace justicia, ni a la realidad de la situación del divorcio, ni a las alusiones y enseñanzas que tenemos sobre el divorcio en las Escrituras.
 
A continuación vamos a ensayar una hermenéutica contextual de Mateo 19:1-10. Utilizaremos algunas herramientas y métodos hermenéuticos contextuales recientes, así como también, nos aproximaremos al texto con perspectivas empáticas, procurando «oír las voces» de quienes suelen ser silenciados, y de estos modos amarlos como una forma de seguir el testimonio de Jesús.

1. Notas sobre las familias en el siglo I en Judea y Galilea
 
Mal haríamos si empezáramos a leer el texto a secas e ignoráramos de las familias, y matrimonios, de los que estamos hablando. Después de todo, la ruptura matrimonial presupone una vida matrimonial anterior.[3] Las familias galileas y judías de aquel entonces eran muy diferentes a aquellas urbanas y occidentalizadas de nuestros tiempos. La forma como se llegaba al mismo eran en la mayoría de los casos antitéticas a las familias evangélicas y occidentales de hoy, aún como los más conservadores la conciben. Muchas prácticas que hoy se aconsejan como saludables y «bíblicas» –entiéndase: aplicadas en sentido literalista–, en esos tiempos serían vistas como «indecentes» y «pecaminosas» (conocerse y frecuentarse previamente, que la esposa desarrollara su profesión en un trabajo fuera de casa, etc.).
 
En muchos casos, los matrimonios eran acordados por los padres de los novios, a veces con la iniciativa de hijos o hijas, pero muchas otras sin consulta previa. Se piensa que la joven novia era dada en casamiento cerca de los 14 años y el novio alrededor de los 18 años. La esposa pasaba de estar bajo la tutela del padre a la del esposo. El matrimonio era la adquisición de la esposa, el esposo era su señor. Los objetivos del matrimonio eran procrear, cuidar y/o extender los bienes familiares por la unión de las familias, y si se daban las cosas, amarse. En las familias extendidas, que no eran pocas en aquel entonces, la nueva pareja pasaba a estar bajo el liderazgo del anciano de la famila paterna. La joven esposa, particularmente, debía adaptarse al liderazgo de las mujeres mayores de la familia de su esposo. Las libertades personales en el matrimonio actual eran impensables para el de aquel entonces. Por ello también el término «someterse» es usado para describir la relación marital.
 
El concubinato y la poligamia fueron expresiones de las familias de la época. Es difícil pensar que aquellos que se acercaron a conversar con Jesús se referían únicamente a la familia monógama. ¿Cómo sería la ruptura de una relación con una concubina? Uno de los enfoques que se han obviado en los estudios bíblicos sobre Mateo 19:1-12 es si las prescripciones que da Jesús las incluye o no. Otro aspecto no menor, es sencillamente la situación de los hijos e hijas. Las diferencias que se hacía entre un hijo y una hija eran enormes.[4] Por otro lado, los esclavos y esclavas también formaron parte de la «casa».[5] Las esclavas, aún desde muy temprana edad, fueron tenidas para el uso sexual de sus amos entre sus labores «domésticas». ¿Cómo sería la relación matrimonial entre esclavos? ¿Estaría pensando Jesús solamente en las personas libres siendo que la servidumbre y esclavitud eran grandes en el siglo I d. C.?[6] Definitivamente no. Cuando se lee un pasaje como Mateo 19 debe pensarse contextualmente en estos destinatarios de tal discusión pública. Ignorarlo se presta a una deformación de Jesús y sus enseñanzas.
 
2. ¿Qué es Mateo 19:1-12?
 
Mateo 19:1-12 no es un «manual de instrucción» ni un «código penal» de prohibición del divorcio-repudio. Identificar el género literario de un pasaje bíblico es muy importante para interpretarlo acertadamente, y sobre todo, para poder bendecir con él, y no lastimar. Nuestro pasaje de Mateo explícitamente dice narrar una disputa pública, y el género literario que constituye su forma y estructura es también el de tal (cf. Mt 4:1-11; 22:15-22; 22:23-33). La estructura sigue un patrón semejante a otros textos de disputa.[7] La misma «tipificaba las relaciones públicas entre hombres en las sociedades basadas en el binomio honor-vergüenza».[8] Se trata de una discusión iniciada por los fariseos que busca desacreditar a Jesús como maestro.
 
No se trata de un momento en el que Jesús quiere enseñar sobre la ruptura del matrimonio. El texto explícitamente afirma ser una disputa, y se presenta como una situación tensa, con propuestas tramposas, respuestas breves y puntuales, lejos del ambiente pausado, profundo y abarcador de una enseñanza. Aunque, es cierto, sí refleja algunas concepciones de Jesús sobre el repudio, no se debe buscar en él toda la visión que Jesús tenía del matrimonio y del repudio. Hacerlo sería reducir su mirada sobre el mismo, y aún, hacerlo «enseñar» algo que no enseñó.
 
Un dato muy importante lo aporta el análisis comparativo entre Mateo 19:1-12 y Marcos 10:1-12. La mayoría de los especialistas siguen la «hipótesis de las fuentes» que sostiene que Mateo 19 siguió como base a Marco 10.[9] En las últimas décadas han vuelto a tomar importancia las teorías que explican las enormes coincidencias entre ambos Evangelios como producto de tradiciones orales comunes y previas a la composición escrita de ambos.[10] Para el análisis de nuestro texto, ambas teorías nos ayudan a sostener los puntos en común y las diferencias entre ambos pasajes. Un error común es interpretarlos intercambiadamente sin advertir sus particularidades. De ésta se comentarán más abajo.

3. Análisis de Mateo 19:1-12

La retórica que usa Mateo presenta a Jesús como un foráneo que deja su tierra («se alejó de Galilea», v. 1), y ahora interactúa con gente de Judea camino a Jerusalén. Tiene una gran aceptación de la población en general («multitudes», v. 2), pero también se le presenta oposición de parte de los fariseos. A diferencia de Marcos, Mateo va a incluir una conversación privada con los discípulos galileos quienes expresan cierta disconformidad con lo dicho por Jesús (19:10-12). Dos datos son importantes: las multitudes seguían a Jesús, y él las sanó (v. 3). Mientras que Marcos afirma que Jesús enseñaba (10:1), Mateo señala su ministerio de sanidad-salvación hacia las multitudes, acción que denota el carácter mesiánico de su ministerio. Jesús es una autoridad religiosa para la población, alguien que los guía. Es en este contexto que se puede percibir que las acciones de los fariseos no son ni neutrales ni casuales. El pasaje los caracteriza como un grupo que ponen a prueba a Jesús para desacreditarlo, posiblemente, porque  sienten que pierden influencia en el pueblo con el crecimiento de la fama de este nuevo maestro. Lo hacen planteándole un tema que lo pondría en contra de los hombres, trastocando un lugar particular en el que el poder patriarcal se pone de manifiesto: el matrimonio.
 
«¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?» (19:3b). La pregunta en Mateo difiere en la de Marcos 10:2 en el circunstancial: «por cualquier causa». La pregunta en Marcos sería sobre la viabilidad o no del repudio, mientras que en Mateo sobre las causas que lo justificarían. Algunos especialistas, sin embargo, consideran que Marcos, al igual que Mateo, esencialmente pregunta por lo mismo, y que Mateo añade esta aclaración por los oyentes/lectores del Evangelio ajenos a la cultura judía y que no entenderían en qué consistía puntualmente la pregunta en Marco 10:2.[11] Sin embargo, hay varias diferencias entre ambos textos que evidencian más que una simple aclaración del verdadero sentido de la pregunta, refleja posiciones diferentes respecto a la disputa desarrollada y la perspectiva del tema de discusión.
 
Quisiera señalar algunos puntos importantes en Mateo 19:1-12 que se suelen pasar por alto en una interpretación literalista. En primer lugar, la pregunta da por sentado que el repudio era una práctica aceptada en todos los grupos del judaísmo que se conocen. En segundo lugar, la esposa no podía repudiar a su esposo sin importar lo que estos fueran o hubieran hecho (salvo excepciones). Lo que ella podía hacer era solicitar a los ancianos del pueblo que ellos le requieran al esposo repudiarla, pero el poder de la decisión descansaba siempre en el hombre. En todo caso, la posibilidad que una mujer repudiara a su esposo parece haber respondido a casos excepcionales,[12] o bien, un poder que algunas mujeres de las élites sociales podían realizar. No así, la extensa mayoría de mujeres del pueblo. Esta era la relación asimétrica e injusta que existía entre el esposo y la esposa.
 
En tercer lugar, es importante la traducción del verbo griego apolusai («despedir», «expulsar», «repudiar»). La carga semántica contextual que tiene apolusai refiere al derecho que sólo tenía el esposo y al peso social que caía sobre la ex-esposa como una mujer echada de su casa a la fuerza. La mujer quedaba en una posición social de vergüenza, bajo sospecha moral sobre su idoneidad como mujer/esposa.[13] No se sabe a ciencia cierta si siquiera podía seguir con sus hijos, aunque es posible que el padre se quedara con ellos a menos que los expulsaran con la madre. En caso de que ella no tuviese un pariente que la recibiera en su casa, debía buscar pronto otro esposo, o bien, ofrecerse como criada o concubina de otro hombre que la mantuviera (cf. «dices la verdad, porque el hombre con el que ahora estás no es tu esposo», Jn 4:17-18). Apolusai no alude meramente a «divorciarse», sino a «repudiar» o «expulsar» a la esposa. Usar el verbo divorciarse es una forma de distorsionar lo que históricamente sucedía en aquel entonces, por lo que también se presta a distorsionar lo que Jesús rechazó en ese contexto determinado.
 
Un cuarto punto consiste en discernir por qué los fariseos usaron este tema para desacreditar a Jesús. Se dice a menudo que detrás de esta pregunta estaban las diferencias sobre el repudio de dos escuelas rabínicas, la de Shammay y la de Hillel.[14] Pero hasta dónde los puntos de vista de esas escuelas reflejaron la posición de la gente del pueblo sobre sus visiones del repudio, no se sabe. Sin embargo, lo que hay que tener en claro aquí es que en ambas posiciones existió una base ideológica común: el patriarcalismo. La pregunta de los fariseos quiere contraponer a Jesús con los intereses de la mayoría de los hombres, quieren ponerlo en contra de ellos. La trampa en esa pregunta está en que su respuesta podría dividir a la multitud en base a la contraposición entre los intereses de los hombres y de las mujeres. La reacción de los discípulos citada en 19:10-12 fortalece esta idea: «Si es así la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse». Estos versículos no reflejan una enseñanza, sino una disputa tensa, con respuestas estratégicas y que el tema del repudio es una excusa para abordar un problema más profundo: el poder de los hombres sobre las mujeres en el matrimonio –y en la sociedad–. Los fariseos esperaban que esta disputa terminara con una visión de Jesús como quien contradecía las prácticas fundamentales de la población, «lo enseñado por Dios». En parte, lo lograron.

4. ¿Y qué opinaron las mujeres?
 
Las hermenéuticas feministas nos han ayudado a interpretar los textos bíblicos desde las perspectivas y la presencia activa de las mujeres en el movimiento de Jesús.[15]  Muchas veces, los textos bíblicos no las mencionan, o lo hacen de manera anónima,[16] y es labor de una hermenéutica bíblica éticamente saludable visibilizar su presencia, sus intereses y sus posibles opiniones.[17] Es interesante advertir cómo, por ejemplo, el pastor Miguel Nuñez hace un esfuerzo por contextualizar hasta cierto punto estos pasajes bíblicos. Señala que una mujer que ha sufrido el adulterio de su esposo «puede» divorciarse de él a pesar que el texto literalmente no señala esto. Sin embargo, esta tímida contextualización termina en una mirada legalista que no permite profundizar en el análisis del tema puesto que cae en el legalismo de querer ver en la cláusula «salvo por causa de porneia» una razón casi única y extrema.[18]
 
Volviendo a nuestro texto, es imprescindible observar que «las multitudes» la conformaron también mujeres esposas, madres, abuelas, concubinas, esclavas, siervas que vivieron la realidad del matrimonio y que, por supuesto, tuvieron opinión sobre este. La pregunta de los fariseos en este escenario es una agresión en sí misma. Ellas son presentadas como un objeto de posesión cuya opinión e intereses ni siquiera son tenidos en cuenta. Teológicamente, el planteamiento infiere cierto apego especial de Dios hacia los hombres. Socialmente, cosifica a las mujeres al punto que ignora sus opiniones, da por sentado el derecho del hombre de decidir sobre ellas.
 
Por la expresión «es lícito» (19:3),[19] cabe preguntarse: ¿Quiénes determinan la licitud? ¿En base a qué creencias? En las tradiciones a las que los fariseos apelan como normativas no hay voces femeninas, pero sí hay perspectivas y decisiones sobre ellas.[20] Las perspectivas que comparten sobre la masculinidad y el rol de los esposos no fue compartida por todos, y aquí también hay un punto que no siempre se observa. Esto nos hace ver que ignorar la presencia dináica y activa de mujeres en este escenario es una opción hermenéutica, no un hecho obvio. No se sabe con exactitud por qué Mateo ni Marcos no los incluye, pero debe decirse que sus participaciones gestual y/o verbal no fueron incluidas, aunque sí existieron.[21] Es más concordante con el ministerio de Jesús pensar que la presencia de mujeres influyó en su toma de consciencia de lo que realmente se estaba discutiendo que negarlo.[22] Cuando vamos más específicamente a las mujeres en esa multitud, el tema del repudio se hace más complejo y requiere una mayor sensibilidad y contextualización al interpretar Mateo 19:1-12.
 
Varios exégetas afirman que la respuesta de Jesús favoreció a las esposas. Pero es posible que no de la manera como se ha pensado. ¿Por qué una mujer se sentiría beneficiada al saber que su esposo está obligado a permanecer con ella, aún si no la amara más y no quisiera conservarla a su lado? (cf. 1Cor 7:15). Y aquellas que eran violentadas física, psicológica y/o socioeconómicamente (cf. Ex 21:10-11), ¿sentirían lo planteado por Jesús como un beneficio a su situación? Quizás algunas se sintieron por un momento traicionadas por él.
 
Y la propuesta de Jesús, ¿fue realmente la de obligar al esposo a permanecer con su esposa para «salvar al matrimonio» a cualquier costo? Entonces, ¿fue Jesús un difusor del stablishment social? La intepretación legalista y literalista de Mateo 19:1-12 inventa un «Jesús» muy diferente al que conocemos en el resto del Evangelio de Mateo. Ese «Jesús» exige el cumplimiento de la Ley sin importarle lo que esto implica en la vida de las gentes, le saca el corazón a la misma, no contempla las situaciones contextuales y biográficas. Así, por ejemplo, John Piper interpretando Mateo 19 con relación a Efesio 5, sostiene que una mujer cuyo esposo adulterando luego se acerca a ella arrepentido sinceramente no debiera abandonarlo, puesto que el Señor nunca se divorció de su esposa –la iglesia– tras sus adulterios.[23] El legalismo encierra al texto bíblico y lo lleva a niveles subrealistas de interpretación de la figura de Jesús. Pero, ¿cómo encaja esta visión con aquel Salvador que rompió con ciertas normas sociales de la familia que coaptaban las libertades fomentadas por su evangelio? Ese «Jesús» legalista, ¿es el mismo que planteó: «¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos, porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.» (Mt 12:48-50; Mt 19:10-12; cf. Mt 10:34-36)?[24] El Jesús que nos presenta el Evangelio de Mateo, que convoca a la construcción de vínculos familiares saludables o que critica las situaciones de injusticia (cf. Mt 5-7), es imposible de reconciliar con aquel «Jesús» autoritario e insensible de la interpretación literalista.

5. ¿Qué dijo Jesús, entonces?
 
En el orden de las respuestas de Jesús Mateo 19:4-8 difiere de Marcos 10:3-9. La primera participación de Jesús no responde la pregunta de los fariseos. La desaprueba éticamente y por ello la va a criticar. Entonces se dirige al meollo principal del problema: el patriarcalismo expresado en la relación asimétrica en el matrimonio.

«¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo…?»  Empieza citando Génesis 1, haciendo uso de un recurso hermenéutico practicado en el judaísmo de aquel entonces: el texto más antiguo tiene mayor autoridad que uno más reciente, la figura más importante tiene mayor autoridad que la otra. Genésis 1 es más antiguo que Deuteronomio 24, Dios es mayor que Moisés. Con este texto señala la igualdad de la mujer y el hombre, ambos han sido creados a imagen y semejanza de Dios. Su argumento es fundamentalmente teológico. No es biológico, ni sociológico, ni psicológico,[25] y apela a un escrito sagrado y normativo:[26] Dios los creó como iguales.
 
La conexión sintáctica «Y dijo» (19:5) señala la vinculación, y no la mezcla, de la cita anterior con la siguiente. Por el criterio hermenéutico de que el texto más antiguo tiene mayor autoridad, la segunda cita está supeditada a la primera: «Por causa de  esto, el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?». «Por causa de» (gr. héneka) supedita lo que viene a lo dicho anteriormente. Por cuanto son pares, la unión de la mujer y el hombre debe de constituir una relación basada en la equidad y el mutuo bienestar (cf. Gn 1:28). Jesús apela al pacto matrimonial como una unión tan fuerte como la sanguínea («una sola carne»). Entra al plano ético y voluntario. Rompe con perspectivas biologicistas y deterministas de las relaciones familiares. El matrimonio es el ejercio del ideal de Dios sobre la relación entre quienes se han unido, no es una mera institución fosilizada. Despedir a la esposa significaría, en ese contexto social, «repudiarla», es decir, exponerla a la vergüenza, dejarla sin recursos para vivir, la pone en una situación degradante de su condición de par debido a las estructuras hostiles hacia las mujeres de aquella sociedad. Jesús parece no tener problema en sí con la ruptura del matrimonio, pero sí con el repudio.
 
«¿Por qué, pues, mandó (gr. eneteílato) Moisés dar carta de expulsión, y repudiarla?». Los fariseos, haciendo recurso de su interpretación del texto de Deuteronomio 24:1-4, crean un mandamiento: repudiar a la mujer en caso que se hallé en ella cualquier cosa indecente. La discusión pasa al plano hermenéutico. Jesús aclara que Moisés les «permitió» (gr. epétrepsen) repudiar a sus esposas», pero no se los ordenó. Y luego acusa directamente a los fariseos: «Por la dureza de sus («vuestros») corazones», «a sus (vuestras) esposas». Jesús no sigue la falacia hermenéutica de la objetividad. Vincula la interpretación del texto sagrado a la subjetividad de los intérpretes, y no cuestiona la subjetividad en sí, sino critica que surja de gente dura de «corazón». En este marco es que dirá: «cualquier que repudia a su mujer… y se casa con otra, adultera».
 
Mucho se ha escrito sobre la llamada «cláusula de excepción» y sobre el significado de «fornicación» (gr. porneia, 19:9). Los estudios sobre esta palabra señalan que se usó de varias formas, y que en general refirió a una práctica sexual no aceptada como ética en un contexto cultural y religioso determinado, su espectro es tan amplio que incluía el adulterio.[27] Lo que significa puntualmente en 19:9, no se sabe con certeza. Lo que debe entenderse, claramente, es que se trata de una falta contra el esposo en el orden sexual. Cabe preguntarse, buscar «un» significado en particular para este término y pensar que Jesús se refirió literalmente a sólo ese uso del término porneia, ¿no es ignorar la complejidad de las relaciones humanas? Por otro lado, cabe preguntarse por qué Jesús consideraría como único causal de ruptura del matrimonio una falta sexual. Y es que lo más importante aquí es la misma existencia de una cláusula de excepción. Esto indicaría que para Jesús el matrimonio no fue indisoluble, y por lo tanto, que deben considerar otras causas éticamente aceptables para el divorcio ante una determinada visión del matrimonio (p. e. violencia física, abuso sexual, maltrato psicológico, delincuencia, indiferencia afectiva…). Una interpretación contextual de Mateo 19:9 nos ayuda a comprender mejor a Jesús a la luz de la imagen que nos da de él el Evangelio de Mateo. Nos demuestra que este pasaje no abarca todo lo que él pensó sobre el matrimonio, ni sobre las causas viables para la ruptura del mismo. Jesús no se muestra ni a favor ni en contra del divorcio en sí, como tampoco se puede estar a favor ni en contra del matrimonio. La existencia de esta cláusula nos señala, por otro lado, que su posición no buscó profundizar el sufrimiento de las mujeres en situaciones de gran sufrimiento. «Lo que Dios unió, no lo separe el hombre» (19:8), señala el ideal divino, no es una fórmula sacramental o legal. Refiere a una ruta a transitarse, la unión saludable, y por ello, una exhortación a cómo sostener la relación matrimonial que pretenda ser unida por Dios.
 
La última escena en Mateo 19:1-12 va en esta línea. Como se dijo antes, los discípulos muestran su disconformidad al respecto, pero Jesús nuevamente va al meollo del asunto. Les plantea el tema de aquellas imposiciones sociales sobre la familia que atentan contra la vida plena. El tema en estos versículos no es la «castidad», sino la libertad para constituir vínculos familiares fuera de la unión matrimonial, como hizo Jesús al hermanarse con otros seguidores que lo amaron y a quienes  amó (cf. Mt 12:48-50). Jesús les propone dejar el paradigma de masculinidad que se fundamentaba en el dominio sobre la esposa, que limitaba el vínculo con las mujeres a una relación erótica, y que asuman la vida plena vinculándose con ellas en la amistad y el compañerismo de pares como testimonio y para la proclamación del reino.

I. LEER LA BIBLIA «NATURALMENTE».

Toda lectura bíblica es un ejercicio de interpretación, tanto subjetivo como contextual. Como seres humanos ubicados en un mundo, no hay forma de leer las Escrituras sin hacerlo contextualmente, no es una opción, es un hecho inevitable. En todo caso, lo que podemos elegir es cómo hacerlo, es decir, de hacerlo con plena consciencia de las limitantes y posibilidades humanas que trae el proceso de conocer a Dios a través de las Escrituras. Leer la Biblia naturalmente deberá, entonces, ser un ejercicio humilde, ante Dios y el prójimo. De diálogo, con uno mismo, en comunidad y con/desde el texto biblico. Por ello también, será un ejercicio ético, una forma de amar al prójimo si se decide seguir el espíritu de Jesús.[28]

Gracias a la subjetividad y al carácter contextual de la lectura de la Biblia es que podemos comunicarnos o, al menos, vincularlos con un texto bíblico. También les debemos el que podamos empatizar con las historias bíblicas, que nos apropiemos de ellas, ¡que nos dejemos apropiar por ellas!.[29] Sin la subjetividad no habría manera de decir: «Esto es lo que Dios nos dice», y sin una lectura contextual sería imposible repensar lo reflexionado para vivirlo en nuestros mundos. Guiados por el Espíritu de Dios, necesitamos volver a la lectura natural de la Biblia, con los pies sobre la tierra, dejando a Dios ser Dios. Un análisis como el texto de Mateo 19:1-12 nos ha enseñado lo enriquecedor y desafiante que puede ser estudiar la Biblia contextualmente. Se trata de conocer a Dios a través del diálogo, de una danza de historias y testimonios bíblicos a los que nos unimos forjando nuevos tejidos. Cuando leemos las Escrituras bajo la guía del parákletos somos guiados por él en el ejercicio de memoria comunitaria sobre Jesús (cf. Juan 14-16),[30] una memoria que involucra a quienes fueron testigos oculares con sus seguidores inmediatos, que nos permite unirnos a ellos siguiendo el espíritu de Jesús quien vino a dar vida, y vida en abundancia.

Leer la Biblia naturalmente es el llamado sublime a poner los pies sobre la tierra, a ser conscientes de nuestra finitud, a conocer a Dios desde la humildad. Porque si algo debemos de advertir de la interpretación de Mateo 19:1-12 es que podemos hacer un profundo daño cuando se hace desde el autoritarismo y la exclusión de cualquier sensibilidad, tanto de parte de quien interpreta, como en Jesús mismo. Pero también hemos visto que con la interpretación contextual nos conectamos con el Jesús que amó, que nos invitó a seguirle en esa labor. Muchas personas divorciadas esperaron un Jesús que al menos los oyera sinceramente, que tuviera la grandeza de oírlos sinceramente, de comprenderlos y pastorearlos. Pero les llegó aquel legalista, que los presionó a cumplir un precepto que no contemplaba sus razones y situaciones. Que los hizo sufrir aún más. Llegó el que los postergó, uno por el cual se alejaron de las iglesias.
 
En el contexto actual en el que se suscitan los matrimonios en nuestras sociedades, ¿qué enseñaría Jesús respecto al divorcio? ¿Qué respuesta le hubieran planteado a los «fariseos» de hoy? Y, ¿qué visión del matrimonio Jesús les hubiera propuesto?… Al menos, ¿podemos hacernos estas preguntas? Espero que tengamos con quienes hacerlas. El contexto actual nos desafía a llevar a la casa de tanta gente abandonada al Jesús de Mateo 19:1-12. Amar al prójimo a través de una hermenéutica contextual que les anime a abrir las puertas para dejarle entrar… para que conversen a corazón abierto, y puedan sentir su abrazo diciéndoles que vino para acompañarles.

NOTAS

* «remontar un barrilete» en Argentina refiere elevar por acción del viento un cometa de papel y caña sostenida con un hilo. Actividad que hacen lo niños en tiempos de primavera
[1] Recientemente ha aparecido el libro de Eduardo Arens, ¿Hasta que la muerte los separe? El divorcio en el Nuevo Testamento, Verbo Divino, Navarra, 2015.
[2] Por ejemplo, véase John Piper en https://www.youtube.com/watch?v=FfciNc9iDTI, o bien a Miguel Nuñez en https://www.youtube.com/watch?v=nfAUDI6NtUc. Por «legalismo» refiero a la práctica de excluir el carácter subjetivo de cualquier interpretación, obviar el género literario de un texto e interpretarlo en un carácter de «ley o norma». Para esto, apelan al artificio de la interpretación «literal», una falacia que se presenta como fiel al escrito sagrado, pero que ignora su propia naturaleza imponiéndosele una esencia y mensaje ideologizado.
[3] Al respecto véanse los trabajos de Shaye J. D. Cohen, ed., The Jewish Family in Antiquity, Scholars Press, Atlanta, 1993; Tal Ilan, Jewish Women in Greco Roman Palestine, Hendrickson Publishers, Massachusetts, 1996; y Halvor Moxnes, ed., Constructing Early Christians Families. Family as Social Reality and Metaphor, Routledge, Londres, 1997.
[4] En Sabiduría 22:3 dice, por ejemplo: «Es una desgracia ser el padre de un hijo indisciplinado, pero el nacimiento de una hija es una pérdida». Véase Ilan, Jewish Women in Greco-Roman Palestine, pp, 44-56.
[5] Jennifer A. Glancy, Slavery in Early Christianity, Fortress Press, Minneapolis, 2006, pp. 9-38.
[6] Dale B. Martin, «Slavery and Ancient Jewish Family», en The Jewish Family in Antiquity, p. 118.
[7] «La versión de Mateo refleja un debate rabínico real», David Instone-Brewer, Divorce and Remarriage in the Bible. The Social and Literary Context, Wm. B. Eerdmans, Grand Rapids, 2002, p. 173.
[8] Bruce J. Malina y Richard L. Rohrbaugh, Los Evangelios Sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I, Verbo Divino, Navarra, 2002, p. 96.
[9] A. Vargas Machuca, «La llamada Fuente Q de los Evangelios Sinópticos», en Fuentes del cristianismo. Tradiciones primitivas sobre Jesús, ed. A. Piñero, Ediciones El Almendro, Córdoba, 1993, pp. 63-94.
[10] James D. G. Dunn, Christianity in the Making, vol 1: Jesus Remembered, Eerdmans, Grand Rapids, 2003, pp. 210-254.
[11] Por ejemplo, Instone-Brower, Divorce and Remarriage in the Bible,p. 175. Por su parte, Arens, ¿Hasta que la muerte los separe?, pp. 106-107, y otros, siguen la visión de que Mateo y Marcos difieren en la pregunta. En este sentido, seríamos testigos de varias visiones sobre el repudio-divorcio en el Nuevo Testamento conjuntamente con la que Pablo comparte en 1 Corintios 7. Esto refleja la complejidad del tema, y cómo la iglesia primitiva compartió diversos puntos de vista sobre esta situación de vida.
[12] Ver los artículos publicados en torno al tema en Bernard S. Jackson, ed., The Jewish Law Annua, vol 4, E. J. Brill, Leiden, 1981.
[13] Rabbi Meir en un texto cercano al año 150 d.C., afirmó: «Quien se casa con una repudiada por su esposo debido a su conducta malvada, es digno de muerte; porque ha aceptado a una mujer ruin en su casa» (Tb Git. 90b). La sexualidad femenina estuvo en sospecha según se puede ver en la literatura de la época. Ver Juan José Barreda Toscano, «Textos en la Literatura Intertestamentaria sobre la sexualidad en la pareja», Revista Palabra y Vida 3 (2019), pp. 11-26 ( https://www.unireformada.edu.co/wp-content/uploads/2017/12/CUR.RevistaPalabrayVida.No3-2019-.pdf)
[14] Guitta IX,10: «La escuela de Shamay afirma: nadie se divorciará de su mujer a no ser sólo si encuentra en ella indecencia, ya que está escrito: porque encontró en ella ignominioso. La escuela de Hillel enseña: incluso si dejó de quemar la comida, ya que está escrito: porque encontró en ella algo ignominioso. R. Aquiba dice: incluso porque encontró a otra más hermosa que ella, ya que está escrito: si no encuentra gracia a sus ojos».
[15] Ver el trabajo de Elaine M. Wainwright, Shall We Look for Another? A Feminist Rereading of the Matthean Jesus, Orbis Books, Nueva York, 1988.
[16] Silvia Pellegrini, «Mujeres sin nombre en los Evangelios canónicos», en Biblia de las mujeres, vol. 4: Los Evangelios. Narraciones e historia, eds. M. Navarro y M. Perroni, Verbo Divino, Navarra, 2011, pp. 393-432.
[17] Elizabeth Schüssler-Fiorenza, «The Ethics of Biblical Interpretarion: Decentering Biblical Scholarship», Journal of Biblical Literature 107 (1988), pp. 3-17.
[18] Nuñez en https://www.youtube.com/watch?v=nfAUDI6NtUc. Las perspectivas de John Piper son más extremas aún.
[19] «En el NT el griego exestin vincula más comúnmente a la Ley y la voluntad de Dios». Werner Foerster, «exestin, exousía, exousiazw, katezousiazw», en Theological Dictionary of the New Testament,vol 2, ed. G. Kittel, Wm. B. Eerdmans, Grand Rapids, 1964,p. 561.
[20] «El fariseísmo, particularmente aquel reflejado en la literatura rabínica, aparece radicalmente hostil a las mujeres y al estatus social de las mujeres», Tal Ilan, Integrating Women into Second Temple History, 2001, Hendrickson Publishers, Massachusetts, pp. 31-32.
[21] Anthony J. Saldarini, «Mujeres ausentes en los hogares de Mateo», en Una compañera para Mateo, ed. A-J Levine, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2003, pp. 247-265.
[22] Ivone Richter Raimer, «‘No temáis… Id a ver… Y anunciad’. Mujeres en el Evangelio de Mateo», RIBLA 27 (1997), pp. 145-161.
[23] Piper, https://www.youtube.com/watch?v=FfciNc9iDTI. Entiéndase, el punto aquí no es que si la mujer debe o no quedarse con el esposo que adulteró, sino el ignorar el caso puntual, el derecho de la esposa a decidir basado en su libertad en Cristo y al terrible daño que experimenta su relación.
[24] Véase Halvor Moxnes, Poner a Jesús en su lugar. Una visión radical del grupo familiar y el Reino de Dios, Verbo Divino, Navarra, 2005.
[25] Véase los argumentos psicológicos y sociológicos usados en Ben Sira para argumentar sobre la inferioridad de la mujer sobre el hombre. Maurice Gilbert, Ben Sira. Recueil D’Études, Peeters, Leuven, 2014, pp. 249-264.
[26] Hay evidencias claras de que ya en el siglo I d. C. en los judaísmos había una distinción entre un escrito sagrado normativo y las interpretaciones del mismo por parte de los ancianos. Juan José Barreda Toscano, La comunidad de Qumrán y los dos Mesías, La Aurora, Buenos Aires, 2019, pp. 98-100, 341-343.
[27] Obsérvese la lista de interpretaciones de «fornicación» en Evald Lövestam, «Divorce and Remarriage in the New Testament», en The Jewish Law Annual, vol. 4, pp. 53-58.
[28] Las hermenéuticas bíblicas latinoamericanas desde hace mucho se han presentado como prácticas de justicia y amor al prójimo. Sugiero la obra de Hans de Wit, Por un solo gesto de amor. Lectura de la Biblia desde una práctica intercultural, IU ISEDET, Buenos Aires, 2006, especialmente el capítulo 7: «El otro como lugar epifánico», pp. 259-304.
[29] Severino Croatto, Hermenéutica práctica, Lumen, Buenos Aires, 2002, sobre la hermenéutica de la apropiación.
[30] Javier Ortega, El Evangelio de Juan y la Iglesia (im)posible. Política eclesial a la luz de Juan 13-17, San Pablo, Madrid, 2019, pp. 198-200. Recomiendo la lectura de este excelente estudio de Ortega.
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Borrador del capítulo publicado en Autores Varios, Buenas Nuevas desde América Latina, editor Nelson Morales, 2021, Lima, Ediciones PUMA, pp. 71-86 (publicado aquí con la autorización de la editorial).

Juan José Barreda Toscano es peruano-argentino. Licenciado y Master en Teología del Seminario Internacional Teológico Bautista de Buenos Aires. Doctor en Teología con mención en Sagradas Escrituras del Instituto Universitario ISEDET. Profesor de Hermenéutica Bíblica en la Universidad UCEL, Rosario, Argentina. Director y profesor de Bíblica Virtual (www.biblicavirtual.com). Pastor de la Iglesia Evangélica Bautista de Constitución, Buenos Aires. Secretario Ejecutivo de la FTL. 

Nota: Este artículo fue subido a la página de la FTL el 26/02/2023.