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Aspectos epistemológicos de la TMI: Contribuciones de René Padilla

Regina de Casia Fernandes

Empecé a dar clases de teología en 1995. Inicié con Introducción al Evangelismo utilizando las obras de Orlando Costas como material bibliográfico. Después de tomar un curso de cinco días sobre Hermenéutica Contextual con Padilla, a finales de los 90, organizado por Ricardo Barbosa en la ciudad de Brasilia, decidí estudiar más a fondo respecto de la Misión Integral. Siempre utilicé en mis clases textos de Orlando Costas, René Padilla, Samuel Escobar, los trabajos organizados por Valdir Steuernagel, documentos de los Congresos y otros. Mis alumnos estaban encantados con la idea de una misión integral, pero cuando escribieron sus artículos y monografías hicieron teología de la liberación. Una vez quise saber por qué ocurría esto, y me dijeron: “La Misión Integral es un hermoso movimiento. En términos de ideas es como una gran nube esponjosa sobre nuestras cabezas, pero cuando levantamos la mano para recogerla se desvanece, ¡desaparece en la falta de organización teórica para la construcción del pensamiento!”.

Hice un Máster en Misionología con teólogos de la Misión Integral. Aunque había ideas muy interesantes, entendí que los alumnos tenían razón porque percibí cierta resistencia al asumir la teología de la Misión Integral. Escuché que lo describieron como una inspiración, un viento, una suave brisa, incluso un humo. Llegué a la conclusión de que, si es algo tan intangible a nivel de ideas, hay entonces razones para que los jóvenes busquen otras teologías. Lo único que no entendía muy bien en esa época era la existencia de una fraternidad teológica, sentía que debía de estar más vinculada hacia el hacer, ordenar y construir teologías. En otra maestría, en una universidad jesuita, bajo la dirección del padre João Batista Libânio, me propuse estudiar el «cómo se hace la teología» latinoamericana. Pero Libanio me advirtió que no conocía la llamada Misión Integral, así que le pedí a René Padilla que leyera mis textos, lo que aceptó de buen grado y me acompañó en mis estudios.

Fueron situaciones de la vida que provocaron mi reflexión sobre una posible teología de la Misión Integral iniciada en 1998, ensayada en clases, lecturas y observaciones diversas hasta mi actual experiencia como miembro del Comité Directivo de la FTL.

América Latina, al igual que Asia y África, fue el escenario principal de la labor misionera protestante moderna que se extendió a varias partes del mundo a impulso del fervor de los avivamientos religiosos, al mismo tiempo que de las políticas e ideales expansionistas e imperialistas de los colonialistas norteamericanos y europeos. Entre las muchas interferencias que los imperialismos y colonialismos han hecho en nuestro medio, está el esfuerzo por convencernos de que no debemos ocuparnos de hacer ciencia, de investigar, de construir pensamientos y, por tanto, teologías. En el caso de los misioneros, entre las muchas razones de tales impedimentos, podemos señalar tres de ellas:

1)    Doctrinal: temían que las teologías indígenas fueran doctrinalmente diferentes a las suyas. Esto se lo escuchamos una vez a un misionero inglés en relación con los evangélicos indígenas, que no debían involucrarse con la teología o la evangelización porque resultaría en un sincretismo. Un pastor africano que estaba haciendo su maestría en Brasil dijo que también había escuchado esto de los misioneros en su país, por lo que decidió estudiar sin su apoyo.

2)    Control: todas y todos sabemos que el principal medio de emancipación de un pueblo es la educación. El educador Paulo Freire, en Brasil, escribió varias obras al respecto. Impedir la profundización del conocimiento es siempre impedir las autonomías.

3)    Énfasis en la práctica: los misioneros que vinieron a América Latina fueron particularmente prácticos en su ministerio, reduciendo así la misión de la Iglesia a su desempeño práctico y enseñando que la teología válida es sólo eso, práctica.

En 1980 Padilla escribió un texto sobre hermenéutica contextual de 25 páginas que se convirtió en una lectura clásica sobre el tema. Además de los misioneros y misiólogos extranjeros, utilizó la teoría de la fusión de horizontes del alemán Hans Georg Gadamer, los estudios de metodología teológica del latino Howard Snyder, de República Dominicana, del uruguayo Juan Luis Segundo y el argentino Severino Croatto.

Juan Luis Segundo propuso el Círculo Hermenéutico como método teológico, de teología de la liberación, y Padilla lo utilizó como forma de acercarse a las Escrituras. Sin embargo, Padilla critica la limitación a las ciencias, principalmente a las sociales, una mediación teórica propia de la Teología de la Liberación, para el análisis de la realidad. Para él, esta restricción científica e incluso ideológica transforma el Círculo Hermenéutico en un círculo vicioso. Para Padilla existió la posibilidad de la participación de las Escrituras y de la experiencia de la vida en el mundo como mediación para la comprensión de la realidad en todo el proceso de hacer teología. Es evidente su esfuerzo por una teología evangélica latinoamericana que asegurara la autoridad de las Escrituras en todo el proceso de construcción teológica, aunque el contexto fuese visto como el punto de partida de la comunidad teológica.

El uso de la metodología hermenéutica de Severino Croatto también lo realiza de forma crítica al argumentar que no basta con reconocer la importancia del contexto en la comprensión bíblica, sino que hay que entender la palabra de Dios en él y no por la mera extracción del kerigma, porque esto incurriría en una descontextualización de las Escrituras.

Julio Zabatiero, en un artículo publicado en 2017,[1] analiza este texto de Padilla después de 35 años de circulación y señala su importancia como obra inicial sobre la cuestión de la metodología hermenéutica de la Misión Integral, pero llama la atención sobre el salto hermenéutico que parece dar entre la comunidad bíblica y la comunidad actual, no considerando cómo debe ser la recepción del texto bíblico a lo largo de la historia de la Iglesia y de la tradición cristiana. Como biblista, Padilla no se ocupó de hacer un retorno a la tradición del pensamiento cristiano desde la fe evangélica latinoamericana y las ideas de la Misión Integral. Steuernagel señaló caminos para este esfuerzo en su obra Obediencia Misionera y Práctica Histórica, y Justo González nos proporciona ya una historiografía de la Iglesia y de su pensamiento teológico y misionero desde un lenguaje más reconocidamente latinoamericano.

Nunca pude ver el texto de Padilla como un mero artículo de hermenéutica bíblica, entre otras cosas por su diálogo con la metodología teológica de Juan Luis Segundo. A mí me sirvió como punto de partida para entender cómo los teólogos del movimiento de la Misión Integral estaban construyendo su pensamiento teológico. En él están las líneas iniciales de una epistemología de la teología de la Misión Integral, que incluso la define como teología contextual. Una vez le pregunté a Padilla por qué no avanzaban en esta discusión como lo hicieron Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo, Leonardo Boff, Clodovis Boff, João Batista Libânio y otros de la Teología de la Liberación. Respondió: «Éramos un grupo de teólogos pastores, profesores, padres, y estábamos ocupados con tantas cosas que no podíamos dedicarnos a esta profundización teórica. Sabíamos que era necesario, ¡pero nunca encontramos tiempo y condiciones para este trabajo! Esto se confirma en el prefacio que escribió para un libro que publiqué donde dice: «Otro valor de esta obra es la articulación, de forma sistemática, del método teológico de la TMI. Podríamos decir que, con ella, la generación de teólogos a la que Regina pertenece quita la deuda no resuelta por la generación que la precedió, la de los fundadores de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL)».

Los que están en el campo teológico saben que no podemos hablar de una Misión Integral sin hablar de una teología de la Misión Integral. El propio término «misión», en el uso que se hace en los círculos cristianos, incluidos los latinoamericanos, proviene de la idea del apostolado de la Iglesia en el mundo, un concepto teológico. No se puede hablar de misión cristiana si no es teológicamente. El adjetivo «integral», vinculado a la misión desde América Latina, ya fue utilizado en su momento por la filosofía, y aparece en documentos del Vaticano II y en los informes finales de las CELA. Su idea también está vinculada a las teorías de los enfoques sistémicos y de la complejidad ya en boga en la época del surgimiento del movimiento de la Misión Integral. Sin embargo, es posible afirmar que es en la época contemporánea cuando este término ha encontrado un mejor significado posible para la comprensión de la realidad con las eco-teologías e incluso con las nuevas cosmovisiones aportadas por las tecnologías. Otro tema que merece un estudio más profundo.

La Teología de la Misión Integral comenzó con el Movimiento de la Misión Integral, que, según Padilla, es un movimiento misionero/pastoral. En el curso de este movimiento, en el esfuerzo por explicarlo y darle bases bíblicas, comenzó a surgir una teología desde su interior, aunque no debidamente ordenada epistemológicamente. Se llevaron a cabo diálogos y mediaciones teóricas, lo que se puede ver en la participación de tantos profesionales de otras áreas del conocimiento en las discusiones, entre los que podemos destacar a Tito Paredes y la Antropología Cultural.

Esfuerzos como este texto de Padilla sobre la Hermenéutica Contextual también han sido realizados por Pedro Savage, en el texto: «El quehacer teológico en el contexto latinoamericano», Boletim Teológico FTL-Brasil 2/5 (1985) 53-81. Otro que se ocupó de los métodos teológicos fue Juan Stam al tratar la contextualización de la «teología en América Latina», en los textos: Teología, Contexto y Praxis: Una Visión de la Tarea Teológica. Praxis 7 (2005) 121-136; y en «La Biblia, el lector y su contexto histórico. Pautas para una hermenéutica evangélica contextual», en Boletim Teológico FTL-Brasil 1/3 (1984) 92-136 (SANCHES, 2020, p. 10). También hay que tener en cuenta la importante obra de Samuel Escobar La Fe Evangélica y las Teologías de la Liberación, y un texto más breve pero igualmente importante: Un análisis latinoamericano de la Teología Latinoamericana. Un texto algo más reciente, organizado por Oscar Campos es Teología Evangélica para el contexto latinoamericano. En Brasil llamamos la atención sobre la obra de Júlio Zabatiero, Hermenêutica Contextual, que propone un método semi discursivo para la hermenéutica de la Misión Integral, y el libro de Sidney Sanches: Teologia Contextual, que señala aspectos metodológicos de la teología evangélica latinoamericana. También es importante el aporte de Catalina Padilla con su obra: La Palabra de Dios para el Pueblo de Dios, que es un manual de hermenéutica contextual para el estudio grupal de la Biblia. Es posible situar aún hoy los estudios decoloniales, en el marco del pensamiento evangélico latinoamericano, como aportes a una epistemología de la teología de la Misión Integral, como los que ha realizado Nicolás Panotto.

Todavía en la generación inicial del movimiento de la Misión Integral debemos situar a Orlando Costas, quien se hizo eco de la afirmación de Clodovis Boff cuando declaró que en América Latina estaba surgiendo una nueva forma de hacer teología. Padilla también hizo esta misma afirmación en referencia a la teología evangélica latinoamericana: «Se trata de una nueva forma de hacer teología’ que toma muy en serio: la Revelación de Dios en Cristo Jesús, de la que dan testimonio las Sagradas Escrituras, y el contexto socioeconómico, político, cultural y religioso en el que la Iglesia está llamada a cumplir su vocación misionera.» (FERNANDES, 2019, p. 5)

Las discusiones en los textos mencionados pueden ser vistas como anotaciones a una epistemología de la teología de la Misión Integral, porque se refieren a las formas en que se hace a partir de América Latina. Destacan la importancia de comprender el contexto con la ayuda de las distintas ciencias, el saber popular, nuestra experiencia vital y, sobre todo, las Sagradas Escrituras, que son la palabra de Dios en la vida (como enseña Carlos Mesters). El recurso a las Escrituras debe realizarse también con diversas mediaciones y buscando comprender la vida en la que se ha afianzado la palabra de Dios. Todo este ejercicio debe dar lugar a una nueva comprensión de la misión de la Iglesia, transformadora del contexto, pero que también ayuda a otras comprensiones de la realidad en el curso del Círculo Hermenéutico. La sospecha, a la que Padilla llama discernimiento, es la actitud del teólogo, de la teóloga y de la comunidad teológica, sobre los diversos condicionamientos a nuestra comprensión del contexto, de las Escrituras y de la práctica de la misión.

Es un error considerar que Orlando Costas, Juan Stam, René Padilla, Pedro Savage, Pedro Arana, Samuel Escobar, y tantos otros pensadores teólogos del movimiento de la Misión Integral tenían un pensamiento simple y sin caminos epistémicos. La cuestión es que, como dijo el propio Padilla, no había tiempo ni condiciones propicias para esta ordenación. Pero eso no significa que no pueda hacerse por una nueva generación de teólogos y en el marco de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, que fue creada en 1970 precisamente para eso. Si la Misión Integral no puede existir en su forma también académica de teología, no es integral.


Conclusiones

Las instituciones teológicas de América Latina deben, ciertamente, ocuparse del estudio histórico, metodológico y sistemático de la teología de la Misión Integral, para que nuestra misión no siga sufriendo la dicotomía entre teología y misión, pensamiento y práctica. Si el miedo de la mayoría es la excesiva sistematización, tenemos que pensar en nuevas formas de sistematizar, porque para eso Dios nos hizo creativos. Mi opinión es que, si lo hacemos en el curso del círculo hermenéutico, como proponen Padilla y Juan Stam, no habrá riesgo de transformarlo en una gran estructura sistemática, por eso es una nueva forma de hacer teología. Una teología con la posibilidad de ir haciendo (en gerundio), de seguir transformándose a medida que el contexto se transforma. Esta es su gran novedad epistemológica.

Traducción realizada por Klaus O. Moraes (contacto: klaus.moraes@gmail.com).

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Notas
[1] ZABATIERO, Julio Paulo Tavares. Novos Rumos de uma Hermenêutica Contextual: 35 Anos de «Rumo A Uma Hermenêutica Contextual», de C. R. Padilla. In.: Revista Estudos Teológicos. São Leopoldo: EST. Disponível em: <http://periodicos.est.edu.br/index.php/estudos_teologicos/article/view/2473>. Acesso em 21/05.
Como siervo de la Palabra, René deja lecciones que nos recuerdan, y comprometen, a tener presente siempre que la teología, según el modelos de Jesús, es forjada en el camino.

Regina Fernandes es Teóloga, Mestre em Teologia e Práxis pela Faculdade Jesuíta de Belo Horizonte. Mestre em Missiologia pela FTSA, Especialista em História e Cultura Afro-brasileira e indígena pela Universidade Luterana do Brasil, graduada em Teologia. Professora da Faculdade Batista de Minas Gerais e da FLAM – Faculdade Latino-americana (São Paulo).

Nota: Este artículo fue subido a la página de la FTL el 23/02/2023.

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